Existe el error muy común de que todos los autogiros son iguales. Es tan erróneo como decir que todos los coches son iguales, o todos los aviones son iguales.
El autogiro es la aeronave incomprendida del mundo aeronáutico. Ya desde un principio, como no volaba como las aeronaves convencionales, nunca se le ha considerado como una verdadera aeronave sino como un cacharro raro que vuela de forma graciosa.
Por otro lado, la facilidad que tiene para el vuelo y su maniobrabilidad, le convierten en un juguete, olvidándonos en ocasiones que se trata de una aeronave, y como tal, debe estar sujeta a los procedimientos de construcción y pilotaje aeronáuticos.
Hasta hace unos años, eran cuatro los locos que volaban en autogiros. Tan locos que ellos mismos construían sus aeronaves fijándose en modelos muy poco desarrollados.
Pero hace más de 40 años, Vittorio Magni, mecánico de helicópteros Augusta, se inició en el diseño de un autogiro. Y construyó su primer autogiro. Se unió con Jukka Tervamaki, ingeniero finlandés, y en 1980 comenzaron a diseñar un biplaza, el MT-7.
Ya en solitario, desarrolló varios modelos innovando cada día y siempre dentro de los estándares de diseño aeronáuticos, premisa de todos sus modelos.
Esto resultó un punto de inflexión en la construcción de autogiros. Otros interesados en los autogiros, años más tarde, iniciaron su etapa de construcción, primero a nivel amateur y después, tomando como referencia el modelo Magni, diseñaron un autogiro similar … pero no igual.
Y es que llamarse igual NO es ser lo mismo. No se puede comparar un Magni con cualquier otro autogiro. Su rotor, su estructura, sus elementos aeronáuticos, etc.
Simplemente ¡Magni es incomparable!.